sábado, 23 de mayo de 2009

Las largas vueltas de una cabeza degollada

Primera vuelta de mi cabeza:
He visto la negra profundidad del oscuro abismo. Aún siento el filo de la guillotina alrededor de mi cuello. He visto como se desprende de mi cuerpo, o mejor dicho, he visto mi cuerpo desprendido de un brillante tajo de aquel tenebroso verdugo.
Apenas he dado una vuelta sobre el polvoroso suelo cubierto de horrible peste y negro fango. He podido comprobar, macabramente, que al morir la vida pasa justo frente a tus ojos bien abiertos de asqueroso pavor.
Recuerdo los días tristes y solitarios de mi niñez, que negra melancolía me inunda. Aquellos días de escuela donde solo los afines contenedores de basura lograban reconfortarme mínimamente. Risas, murmullo, alegoría y alegría me parecían sensaciones completamente ajenas a mí, como si estuviera observando un pintoresco mundo de fantasía.
Las horas del descanso me parecían sumamente eternas, y esperaba con ansias el ansiado retorno a las labores del dia.No recuerdo con precisión si en aquel entonces tenia compañeros de juego, lo que si recuerdo en forma maldita, son los profundos acechos del eterno autismo.
Segunda vuelta de mi cabeza:
Una vuelta mas, el negro fango sigue incrustado en mis labios .La brillante luz del rojo atardecer parece casi cegarme. Es ya el periodo de la efímera adolescencia, ésta vez el autismo sigue a mi lado, sin embargo he cambiado los hoscos contenedores de basura por tranquilos arboles y amplios ventanales. Él exterior sigue pareciéndome sumamente aterrador y acechante. Aunque debo de admitir que aquellos seres del sexo opuesto me parecen sumamente interesantes, casi angelicales, o como creados en otras atmosferas de naturaleza mas sublime y orden mas elevado…ángeles diría yo. Sin embargo compruebo en forma horrible que hay una desbaratada discordancia entre apariencia exterior y sentimientos internos de aquellos seres. Alguna vez considerados ángeles, veo sus rostros deformarse en una forma estrepitosa y horrenda. ¡Que tenebrosos demonios, alados, cadavéricos y nefastos como pétrea gárgola ahora son!
Tercer vuelta de mi cabeza:
Admito que el transcurrir de los años dota a la mente de más sigilosos conocimientos, sin embargo no así en sabiduría. A pesar de que la triste soledad aun sigue tras mis pasos y siento su gélido aliento entrecortado, susurrante y feroz en mi cercanía he sabido como hacer mella y lograr contener a mi nefasto compañero autismo. Casi hasta ni se logra distinguir mi temperamento de las personas consideradas normales.Normales, si como no, lo digo y hasta casi me dan ganas de reír. En este plano de existencia plutónica no hay nada que sea normal. Pero ese es el estigma que se otorga a esta negra e hipócrita forma de comportamiento. Incluso podría afirmar que mi plática cuando no cae en oscuros desvaríos es sumamente entretenida y grata al oído. Solo me hace falta comprobar que esta existencia es solamente un engaño, una ilusión, un bello sueño o una larguísima pesadilla. Hay ciertos métodos horrendos para comprobarlo. En este afán de esclarecimiento de verdad he sido arrebatado, ya que aquello no conocido por el hombre desencadena su negro pavor. El ser humano es un ser divino y pensante, pero en multitud se torna similar a los descarnados y negros habitantes de los infiernos. Ahora que se esta por apagar mi chispa de vida y me inundan las oscuras tinieblas he de comprobarlo por fin….ojala y no me equivoque y mis afirmaciones sean erradas.



sábado, 2 de mayo de 2009

El asesino invisible

Lo recuerdo como si fuese ayer todavía y aun me siento carcomido por el terrible horror. Quizá sean estas las últimas palabras escritas por un integrante de la ahora extinta raza humana. Es momento, creo, de hacer unas negras remembranzas.
Todo comenzó en el más monótono día, tan caluroso cual caldero de malformada bruja preparando su brebaje maligno. La brisa reconfortante se había extinguido o al menos se escondía como presagiando los marcados acontecimientos futuros.
Aquel día fue el elegido por el maléfico destino como el inicio de la era de la efímera y languideciente raza humana. De repente las muertes empezaron a ocurrir.
Los pueblos, ciudades, naciones empezaron a ser sepultados bajo el funesto pánico. Y todo debido a un misterioso asesino invisible, tan maligno como misterioso.
El día anterior todo transcurría en la más tranquila calma, y sin embargo, al siguiente la poca cordura humana había sido perdida en el hoyar del antiguo tiempo.
Lo más alarmante era la forma tan horrible, tan negra, tan fuera de este mundo en que este invisible asesino ejecutaba su horrendo menester. La carne era arrancada a jirones, o mejor dicho desprendida en contra de la voluntad propia del enfermo. Sanguinolentas hebras de pellejo eran el preámbulo de una macabra muerte, sin embargo lo realmente curioso es que las victimas no experimentaban dolencia ni malestar alguno.
Conforme el tiempo pasaba se llegó a descubrir que el misterioso asesino era una cepa de origen desconocido.
Fuera de este mundo llamada por algunos, a lo cual agregaría también fuera de este universo conocido. Debe reconocerse, a pesar de que ya sea tarde para ello que hay otras existencias de otros mundos, la mayoría de las veces más malignos que el nuestro. Y si por azares del destino se cruzan ambos mundos generalmente este suceso termina en una lenta agonía crónica para uno de los dos.
Sospecho que esto ocurrió así. Aunque esta hecatombe me hizo recordar la bella igualdad de los seres ante los profundos ojos de la muerte, ya que no hay distinción entre habitantes del género humano, de igual forma se tienen que rendir cuentas ante el tribunal de Anubis.
Empero, era mareadoramente memorable el ver como de la noche a la mañana la marcada ruta de la muerte seguía y seguía .Toda comunicación empezó pronto a fallar así como la agitada vida social, quedando pronto la humanidad reducida al caótico atrincheramiento.
Es bastante obvio el mencionar que la masacre de aquel asesino invisible era por miríadas y miríadas. Auténticos despojos humanos yaciendo junto a horrendas masas sanguinolentas de pellejos y huesos eran un espectáculo común en aquellos horribles días. Fui testigo de la macabra y fría muerte de familias enteras sin que nada pudiese hacerse.
Uno en particular resultaba realmente perturbador, ya que una familia decidió dar entierro llano y a cal viva a su integrante más pequeño, estando este aun vivo en el momento de arrojarle la castaña tierra. El pedía un vaso de agua para calmar su ardiente sed y en su lugar recibió una lluvia de tierra en la cara, y para que no se sufriera mas se le volteo boca abajo mientras el polvo llenaba su pequeña cripta mientras los agonizantes y quejumbrosos intentos de voz se escuchaban alrededor.
Los restos de lo que una vez fue el imperio de la quinta raza de la tierra se quedaron vacios y sus anteriormente altivos ocupantes, yacían dentro de simples cuevas y trincheras, inservibles desde luego.
Ahora que todos mis compañeros de sufrir se han ido, o mejor dicho los han arrebatado a jirones, he de escribir esta remembranza de que una vez hubo una raza efímera y banal llamada humanidad a la cual he pertenecido, a l menos he de hacerlo mientras todavía no se me acaba de desprender mi pellejo a mi único brazo útil.